lunes, 17 de marzo de 2008

El día que no conocí a Fernando Peña



Lunes 3a.m. (o sea, domingo tardísimo)

Se me abren los ojos con la misma velocidad que lo hacen los ganchos de las carpetas esas, que son negras y de cartón.
Los cierro con fuerza, y aguanto la fuerza, como para que queden en esa posición.

4a.m.

Se me abren nuevamente, y esta vez los dejo abiertos. Intento pensar en respuestas, como por ejemplo:

- Por dos hermanos mellizos que se apellidaban así.

- Una fuerte influencia beat.

- Como los Auténticos Decadentes, pero tristes.

- No, para nada. Somos evangelistas.

A las preguntas: ¿porque se llaman los Pels? ¿Cuáles son sus influencias? ¿Con que banda nacional se sienten cerca? ¿Se drogan?

Después recordé que era Peña, y no un convencional periodista. Y que las posibilidades de que esas preguntas fueran hechas eran las mismas que: ¿nunca besaron un hombre? ¿Alguna vez te pajeaste con un corpiño puesto?

5.30a.m

Despierto asustado, soñé iba a trabajar sin zapatos. Un sueño putamente recurrente.
Me fijo que a la camisa que compre se le hayan borrado las marcas horizontales.
Trato de recordar como se dio todo cronológicamente:

Mande un mail intentando ser original, y gracioso. Usando mi lema (y el de Beck) “soy un perdedor”.
Hacía tiempo que no depositaba esperanzas en algún concurso de radio, festival de bandas, tocar en un lugar “in”, etc. De hecho es así como se sostiene lo que emprendo: de tanto en tanto mando un demo y un mail divertido que a veces tiene eco, y otras, la esperanza muere en fade out.
Esta vez fue veloz. Al punto en que a las pocas horas de haberlo enviado recibo respuesta desde la producción del programa invitándonos a enviar un disco.
La noche del día siguiente nos encontró haciendo manualidades, intentando –inventar- un disco, discutiendo el orden de las canciones, etc.
El disco quedó lindo, mas no se libraría nunca de su aspecto de “hágalo usted mismo”. Pero eso no importo demasiado. La segunda mañana siguiente el disco estaba dentro de un sobre rotulado: “Lucas Ribaudo” y en manos de una recepcionista de la radio.
A las 10:30a.m. de la misma mañana sonó mi teléfono con un número que no identifique. – Lucas Ribaudo. – Lucas RIBAUDO?!

6.30
Vuelvo a despertar. Esta vez con un nudo en la garganta. Recordé el día que vi como las agujas del reloj de mi cocina giraban alocadamente, porque creía que llegaba tarde al primer día de clases de 1º grado.
La puta que me parió, porque estoy tan nervioso?! – me dije a mi mismo.
No pasa nada, es un toque y listo.

Recordé cuando Ribaudo me dijo: - Mira que puede salir bien, o puede salir mal.

- ¿Qué quiere decir “salir mal”? - le respondí – Nada, viste que somos re jodones – me dijo.

Ese comentario (por cierto muy gentil de su parte, por advertirlo) me obsesiono al punto de imaginarme a Peña diciéndonos sin mirarnos – ¿Quién carajo trajo a estos pibes!? Y yo interiormente dándole la razón. ¿Que corno hacen 4 pibes comunes en el primetime de la radio mas escuchada conducida por la estrella mas preciada?

Pero porqué estaba demonizando a Peña? Si Peña es un ser increíble. Es mas – me dije – seguro se re copa con nuestra música, e intenta llamar a un productor para forzarlo a escuchar, y entonces yo le prometo que todos nuestros discos estarían dedicados a él incondicionalmente, y entonces él nos dice que somos un encanto de personas, y nos invita a una fiesta en su casa, y terminamos tomando un whiskey con Ribaudo (puta suena fuerte ese apellido) y con Scott. (para quien ahorraría letras, para dedicar un capítulo entero hacia esa extraña persona que encuentro tan bien parecida.)

Tantas fantasías hicieron que se hagan las 7:15 y tenga que apurar mi café con leche, para llegar puntualmente a buscar a Mauma, quien ya me había mandado un mensaje preguntándose/me que ofrendas podríamos comprar para compartir.

Subí al auto y me pregunte si todo esto era cierto, o era una locura. Como mierda puede ser que este yendo a encontrarme con la persona que escucho unilateralmente todas las iguales mañanas de mi vida. Y a sus compañeros. Era absolutamente ridículo. De hecho, cada vez que me topo con un famoso, me pongo nervioso, e intento ignorarlo, porque creo que es lo mejor que le puedo ofrecer.

Busque a Mauma, y me sentí un poco ridículo porque estaba mucho mas reo que yo. Luego me consolé justificándome, ya que a mi trabajo tengo que ir un poco careta.

Diego recién llegado de bahía blanca nos esperaba en las cañitas.

Le digo a Mauma – Boló, no puedo mas de los nervios! Me quiero pegar un tiro! – Mauma se ríe y me dice – tranquilo, vamos a cagarnos de risa. Y otra vez el fantasma de Peña vestido de Satán asechándome.

Prendimos la radio, y sólo se oían las voces de Juan, y el Bicho. Mmmm, eso no parecía ser un buen augurio. Lugo nos enteramos que Peña no estaría esa mañana en la radio, y que había muerto el suegro de Diego Scott (recién noto la similitud: nosotros tenemos un Diego Collins, que por cierto tienen una personalidad muy similar)

Me inundo el cuerpo una sensación de fracaso / éxito simultánea que me dejo débil y sincero, como después de un orgasmo.

Al rato estábamos cruzando mensajes y llamadas con Lucas Ribaudo, arreglando la cita para la semana siguiente, y deseando que sea el martes, y no el lunes, ya que un feriado pasaríamos inadvertidos (¿pero eso no era mejor?)

9.00a.m.

Desayunamos con Mauma, y Diego en una YPF, hablamos de un casamiento y lo feo que es que te obliguen a bailar, de un oferton de pantalones en Unicenter, y del recital de Bob Dylan.

Luego el día laboral me encontró vestido con mi camisa nueva, y extenuado por no haber conocido a Fernando Peña.

San Isidro, 17 de marzo de 2008

Crónica de uno de los Pels a las 22:30.

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